LA CONCEPCIÓN ADECUADA DE LAS DIFERENTES DISPENSACIONES
Tenemos que preguntar si debemos distinguir entre dos o tres
dispensaciones, o según los modernos dispensacionalistas, hasta entre siete o
más.
EL CONCEPTO DISPENSACIONALISTA
Según Scofield "una dispensación es el período de tiempo
durante el cual el hombre tiene que ser probado con respecto a su obediencia
hacia alguna revelación definida de la voluntad de Dios". Explicando más
ampliamente esto dice el mismo autor en la página 16 de su librito titulado,
Dividiendo Bien la Palabra de Verdad: "Cada una de estas dispensaciones
puede considerarse como nueva prueba, a la cual se sujeta el hombre natural y
cada dispensación termina en juicio, resultando todas fracaso total".
Cada una de estas dispensaciones tiene su carácter propio, y
éste es tan distinto que no puede mezclarse con el de ninguna otra. De estas
dispensaciones se acostumbra distinguir siete, es decir:
Dispensación de la inocencia, de la conciencia, del gobierno
humano, de la promesa, de la ley, de la gracia, y del reino. Contestando a la
pregunta respecto a que si Dios es tan mutable de intención que tiene que
cambiar su voluntad respecto al hombre siete veces, Frank E. Gaebelein dijo:
"No es Dios el que ha titubeado.
Aunque hay siete dispensaciones, todas son una en principio,
estando basadas por completo sobre la prueba sencilla de la obediencia. Y si el
hombre hubiera sido capaz de guardar las condiciones impuestas por la primera,
las otras seis habrían sido innecesarias. Pero el hombre falló.
Sin embargo en lugar de que Dios desechara a su criatura
culpable, movido de compasión le dio una nueva prueba, bajo nuevas condiciones.
De esta manera cada dispensación termina con fracaso, y cada dispensación pone
de manifiesto la misericordia de Dios".147 Hay serias objeciones a este
concepto.
1. La palabra dispensación (oikonomia) es término bíblico
(compárese Luc. 16: 2-4; I Cor. 9: 17; Ef. 1: 10; 3: 2, 9; Col. 1: 25; I Tim.
1:4) que aquí se usa en un sentido no bíblico. Oikonomia denota mayordomía, un
encargo o una administración, pero nunca un tiempo de prueba o una época de
probación.
2. Las distinciones hechas a propósito de estas dispensaciones son
por completo arbitrarias. Esto ya es evidente por el hecho de que los mismos
dispensacionalistas se refieren algunas veces a ellas diciendo que se
interfieren. A la segunda dispensación se le llama de la conciencia; pero según
San Pablo la conciencia todavía era en su época la consejera de los gentiles,
Rom. 2: 14, 15.
La tercera se conoce como la dispensación del gobierno humano,
pero el mandato definido en ella y que fue desobedecido y que por tanto
convirtió al hombre en responsable ante el juicio, no fue el mandato de
gobernar el mundo en lugar de Dios de esto no hay traza alguna , sino de el
mandato de llenar la tierra. La cuarta se designa como la dispensación de la
promesa y se supone que termina con la entrega de la ley, pero Pablo dice que
la ley no anuló la promesa, y que ésta era eficaz en sus días, Rom. 4: 13-17;
Gál. 3: 15-29.
La llamada dispensación de la ley está henchida de gloriosas
promesas y la denominada de la gracia no abrogó la de la ley como regla de
vida. La gracia ofrece escape de la ley únicamente como una condición de salvación
tal como acontece en el pacto de obras, ofrece escape de la maldición de la ley
y también de la ley considerada como un poder extraño.
3. Según la explicación acostumbrada de esta teoría el hombre
todavía continúa bajo probación. Falló en la primera prueba y de esta manera
perdió la recompensa de la vida eterna, pero Dios tuvo compasión y en su misericordia
le concedió una prueba nueva. Los repetidos fracasos condujeron a repetidas
manifestaciones de la misericordia de Dios, con la introducción de nuevas
pruebas las cuales, sin embargo, retuvieron al hombre en continua probación.
Esto no equivale a decir que Dios en, justicia sujeta al hombre
natural a la condición del pacto de obras lo que es del todo cierto sino que
Dios en su misericordia y compasión y por tanto, aparentemente para salvar le
dio al hombre una oportunidad tras otra para cumplir las siempre cambiantes
condiciones, y de esta manera obtener la vida eterna por medio de la obediencia
a Dios.
Esta explicación es contraria a la Escritura la cual no presenta
al hombre caído como si todavía estuviera a prueba, sino como un manifiesto
fracaso totalmente incapaz de ser obediente a Dios, y por completo dependiente
de la gracia de Dios para salvación. Bullinger, dispensacionalista desde luego,
aunque de un tipo un tanto diferente, está en lo correcto cuando dice: "El
hombre, pues (en la primera dispensación), estaba en lo que se llama `bajo
prueba'.
Esto señala a aquella administración, en forma notable y
absoluta; porque el hombre ya no está bajo probación. Suponer que todavía lo
está es una falacia popular que hiere en la raíz a las doctrinas de la gracia.
El hombre ha sido probado y examinado y ha demostrado ser una ruina".
4. Esta teoría tiene también tendencia divisiva, despedaza al
cuerpo de la Escritura con resultados desastrosos. Aquellas partes de la
Escritura que pertenecen a cualquiera de las dispensaciones se dirige al pueblo
de esa dispensación y para él tienen carácter de regla y para ningún otro más.
Esto significa, como lo dice Charles C. Cook "que en el
Antiguo Testamento no hay ni una sola frase que se aplique al cristiano como regla
de fe y práctica ni un solo mandato que lo comprometa, como no hay una sola
promesa dada a él allí, de primera mano, excepto lo que está incluido en el
ancho torrente del Plan de Redención, tal como allí se enseña en los símbolos y
en las profecías".149 Esto no quiere decir que no podamos sacar lecciones del
Antiguo Testamento.
La Biblia se dividen en dos libros, el Libro del Reino, que comprende
el Antiguo Testamento y parte del Nuevo, dirigido a Israel; y el Libro de la
Iglesia, que consiste del resto del Nuevo Testamento, y que se dirige a nosotros.
Puesto que las dispensaciones no se entremezclan, se sigue que en la dispensación
de la ley no hay revelación de la gracia de Dios, y en la dispensación de la
gracia no hay revelación de la ley que comprometa al pueblo de Dios del Nuevo
Testamento. Si el espacio lo permitiera no sería difícil que probáramos que esta
es una posición enteramente insostenible.
LA TEORÍA DE LAS TRES DISPENSACIONES
Ireneo habló de tres pactos, el primero caracterizado por la ley
escrita en el corazón, el segundo por la ley como un mandato externo dado en el
Sinaí, y el tercero, por la ley restaurada en el corazón mediante la operación
del Espíritu Santo; y sugirió de esta manera la idea de tres dispensaciones.
Coccejus distinguió tres dispensaciones del pacto de la gracia, la primera ante
legem, la segunda sub lege, y la tercera post legem. Hizo una clara diferencia,
por consiguiente, entre la administración del pacto antes y después de Moisés.
Ahora tenemos por indudablemente cierto que hay una diferencia
considerable entre la administración del pacto antes y después de la entrega de
la ley, pero la similaridad es más grande que la diferencia, de tal manera que
no podemos coordinar la obra de Moisés con la de Cristo como si se tratara de
una línea divisoria en la administración del pacto. Deben notarse los
siguientes puntos de diferencia.
1. En la manifestación del carácter de gracia del pacto. En el
período patriarcal el carácter de gracia del pacto sobresalió prominentemente más
que en el período posterior. La promesa fue mucho más visible, Rom. 4: 13; Gál.
3: 18. Sin embargo, ni esto debe acentuarse indebidamente, como si no hubiera
habido obligaciones legales y morales tanto como ceremoniales, desde antes del
tiempo de Moisés, y como si no hubiera habido promesas de gracia durante el
período de la ley.
La sustancia de la ley estuvo vigente desde antes de Moisés y
los sacrificios ya se requerían. Las promesas de gracia se encuentran en
abundancia en los escritos posteriores a Moisés. El verdadero punto de
diferencia es éste: Debido a que la ley constituía para Israel un recordatorio
explícito de las demandas del pacto de obras había un peligro mayor de tomar
equivocadamente el camino de la ley en lugar del camino de salvación. Y la
historia de Israel nos enseña que no supieron escaparse de este peligro.
2. En el énfasis sobre el carácter espiritual de las bendiciones.
El carácter espiritual de las bendiciones del pacto aparece más claramente en
el período patriarcal. Abraham, Isaac y Jacob fueron meros viajeros en la
tierra de la promesa, habitando allí como extranjeros y peregrinos. La promesa
temporal del pacto todavía no se cumplía. De aquí que hubiera menos peligro de
poner la mente, en forma demasiado exclusiva, sobre las bendiciones materiales,
tal como lo hicieron los judíos después.
Los primitivos patriarcas tuvieron un entendimiento más claro
del significado simbólico de aquellas posesiones temporales, y buscaban una
ciudad celestial, Gál. 4: 25, 26; Heb. 11: 9, 10.
3. En el entendimiento de la distinción universal del pacto. La
destinación universal del pacto se hizo evidente con mayor claridad en el
período patriarcal A Abraham se le dijo que en su simiente serían benditas
todas las naciones de la tierra, Gen 22: 18; Rom. 4: 13-17; Gál. 3: 8. Los
judíos perdieron gradualmente de vista este hecho importante, y procedieron
sobre la suposición de que las bendiciones del pacto estaban restringidas a la
nación judía.
Sin embargo, los profetas posteriores, acentuaron la universalidad
de las promesas, y de esta manera revivieron el conocimiento del significado
del pacto tan amplio como el mundo. Pero entre tanto que existieron esas
diferencias, hubo varios puntos importantes en los que coincidieron los
períodos pre- y post-mosaicos, y en los cuales los dos difirieron de la
dispensación cristiana.
En tanto que la diferencia entre uno y otro es simplemente de
grado, su diferencia común con la dispensación del Nuevo Testamento es de contraste.
Como contrarios a la dispensación cristiana, los dos períodos del 'Antiguo Testamento
coinciden
4. En la presentación del Mediador como una simiente todavía
futura. Todo el Antiguo Testamento señala hacia el Mesías que había de venir.
Esta mirada hacia el futuro, es característica del proto-evangelio, la promesa
dada a los patriarcas, el ritual mosaico y los mensajes principales de los
profetas.
5. En que prefiguran por medio de ceremonias y tipos al Redentor
que había de venir. Es perfectamente cierto que esas ceremonias y tipos se
aumentaron después de la entrega de la ley, pero estuvieron presentes mucho
antes de ese tiempo. Los sacrificios fueron ofrecidos tan al principio como los
días de Caín y Abel, y también tuvieron un carácter expiatorio, señalando hacia
el venidero y gran sacrificio de Jesucristo. Los que servían como sacerdotes
simbolizaban al gran Sumo Sacerdote que tenía que venir. A diferencia del
Antiguo Testamento, el Nuevo es conmemorativo más bien que pre figurativo.
6. En que prefiguran las vicisitudes de aquellos que estaban
destinados para participar en las realidades espirituales del pacto en la
carrera terrenal de los grupos que tenían relaciones de pacto con Dios. La
peregrinación de los patriarcas en la Tierra Santa, la servidumbre en Egipto,
la entrada a Canaán, todos estos acontecimientos señalaban hacia cosas
espirituales más altas.
En el Nuevo Testamento todos estos tipos alcanzaron su
cumplimiento y en consecuencia cesaron. Sobre la base de todo lo dicho es
preferible seguir la línea tradicional distinguiendo precisamente dos dispensaciones
o administraciones, es decir, (A) la
del Antiguo y (B) la del Nuevo Testamento;
y subdividir la primera en varios períodos o etapas en la revelación del pacto
de gracia.
LA DISPENSACIÓN
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
LA PRIMERA REVELACIÓN DEL PACTO
La primera revelación del pacto se encuentra en el proto-evangelio,
Gen 3: 15. Algunos niegan que esto tenga alguna referencia al pacto; y en
verdad no se refiere a ningún establecimiento formal de un pacto. La revelación
de un establecimiento semejante podría tan sólo seguir después de que la idea
del pacto se hubiera desarrollado en la historia. Al mismo tiempo, Gen 3: 15
señala ciertamente una revelación de la esencia del pacto. Deben notarse los
siguientes puntos:
1. Poniendo enemistad entre la serpiente y la mujer Dios
estableció una relación, como lo hace siempre al hacer un pacto. La caída
condujo al hombre a unirse con Satanás pero Dios rompió esa alianza
recientemente formada convirtiendo la amistad del hombre con Satanás en
enemistad, y estableciendo de nuevo al hombre en amistad con Dios mismo; y esta
es la idea del pacto. Esta rehabilitación del hombre incluye la promesa de la
gracia santificante porque solamente por medio de gracia tal la amistad del
hombre con Satanás podría convertirse en enemistad. Dios mismo tuvo que
revertir la condición, por medio de la gracia regeneradora.
Con toda probabilidad Dios produjo, desde luego, la gracia del
pacto en los corazones de nuestros primeros padres. Y cuando Dios por medio de
su poder salvador genera enemistad contra Satanás en el corazón del hombre,
implica esto que Dios elige estar al lado del hombre, que Dios se convierte en
el confederado del hombre en la lucha contra Satanás, y de esta manera
establece, prácticamente, un pacto ofensivo y defensivo.
2. Esta relación entre Dios y el hombre por una parte, y Satanás
por la otra, no se limita a los individuos, sino que se extiende a su simiente.
El pacto es orgánico en su operación e incluye las generaciones. Este es un
elemento esencial en la idea del pacto. No solamente había una simiente del
hombre sino también una simiente de la serpiente, es decir, del diablo, y
habría una lucha prolongada entre los dos, en la cual la simiente del hombre
ganaría la victoria.
3. La lucha, pues, no será indecisa. Aunque el calcañar de la
simiente de la mujer será herida, la cabeza de la serpiente será quebrantada.
La serpiente únicamente puede morder el calcañar, y al hacerlo pone en peligro
su mera cabeza. Habrá sufrimiento por parte de la simiente de la mujer; pero la
mordedura mortal de la serpiente conducirá a ésta a su misma muerte. La muerte
de Cristo, quien en un sentido, es la simiente preeminente de la mujer,
significa la derrota de Satanás.
La profecía de redención todavía tiene carácter impersonal en el
proto-evangelio, pero a pesar de todo eso es una profecía mesiánica. En último
análisis la simiente de la mujer es Cristo, quien tomó la naturaleza humana, y
quien muriendo en la cruz gana la victoria decisiva sobre Satanás. No
necesitamos decir que nuestros primeros padres no entendieron todo esto.
EL PACTO CON NOÉ
El pacto con Noé, evidentemente, es de una naturaleza muy
general: Dios promete que no volverá a destruir toda carne con las aguas de un
diluvio, y que continuarán las sucesiones regulares de sementera y siega, frío
y calor, verano e invierno, día y noche. Las fuerzas de la naturaleza están
enfrenadas, los poderes del mal están sujetos a muy grande restricción y el
hombre está protegido en contra de la violencia del hombre y la de las bestias.
Es un pacto que confiere solamente bendiciones naturales y por
lo mismo con frecuencia se le llama el pacto de la naturaleza o de la gracia
común. No hay objeción al uso de esta terminología siempre que se tenga cuidado
de que no dé la impresión de que este pacto está desasociado por completo del
pacto de gracia. Aunque los dos difieren, también están relacionados de manera
íntima.
1. Puntos de diferencia. Deben notarse los siguientes puntos de
diferencia:
A. En tanto que el pacto de gracia pertenece primaria aunque no exclusivamente
a las bendiciones espirituales, el pacto de la naturaleza asegura al hombre
nada más las bendiciones temporales y terrenales.
B. En tanto que el pacto de gracia en el más amplio sentido de la
palabra incluye solamente a los creyentes y a su simiente, y se realiza en
plenitud sólo en las vidas de los elegidos, el pacto con Noé no nada más era
universal en su comienzo, sino también estuvo destinado a seguir siendo
totalmente inclusivo. Hasta los días de la transacción de pacto con Abraham
todavía no había sello de pacto de gracia, sino que el pacto con Noé fue
confirmado con la señal del arco iris, una señal completamente diferente de las
que más tarde habían d tener relación con el pacto de gracia.
2. Puntos de conexión. A pesar de la diferencia que acabamos de
menciona existe la más íntima conexión entre los dos pactos
A. El pacto de la naturaleza se originó también en la gracia de
Dios. En este pacto precisamente como en el pacto de gracia, Dios concede al
hombre no solamente favores inmerecidos, sino también bendiciones que se habían
perdido por causa del pecado El hombre no tiene por naturaleza ningún derecho
sobre las bendiciones naturales prometidas en este pacto.
B. Este pacto también descansa sobre el pacto de gracia. Fue
establecido más particularmente con Noé y con su simiente, porque hubo las más
claras manifestaciones de la realización de pacto de gracia en su simiente, Gen
6: 9; 7: 1; 9: 9, 26, 27.
C. El pacto de la naturaleza es también un apéndice necesario (así
lo llama Witsius) del pacto de gracia. La revelación del pacto de gracia en Gen
3: 16-19 y apuntaba hacia bendiciones terrenales, y temporales. Estas
bendiciones era en absoluto necesarias para el cumplimiento del pacto de
gracia. En el pacto con Noé aparece claramente el carácter general de estas
bendiciones y confirma la continuación de ellas.
EL PACTO CON ABRAHAM
Con Abraham entramos a una época nueva en la revelación del
Antiguo Testamento acerca del pacto de gracia. Hay varios puntos que merecen
nuestra atención:
1. Hasta el tiempo de Abraham no hubo un establecimiento formal
del pacto de la gracia. En tanto que en Gen 3: 15 ya se encuentran los
elementos de este pacto no se consigna una transacción formal por medio de la
cual el pacto haya sido establecido.
Ni siquiera se habla explícitamente de un pacto. El
establecimiento del pacto con Abraham marcó el principio de una Iglesia
institucional. En los tiempos preabrahámicos había lo que puede llamarse
"la iglesia en la casa". Había familias en las que la verdadera
religión encontraba expresión, y sin duda había también reuniones de creyentes,
pero no había un cuerpo definidamente marcado de ellos, separado del mundo que
pudiera llamarse la iglesia. Había "hijos de Dios" e "hijos de
los hombres' pero estos todavía no se separaban por medio de una línea visible
de demarcación. Sin embargo, en tiempo de Abraham fue instituida la
circuncisión como una ordenanza de sello, un distintivo de derecho de miembro y
un sello de la justicia de la fe.
2. En la transacción hecha con Abraham tuvo su principio la
administración particular del Antiguo Testamento y se hizo manifiestamente
claro que el hombre es una parte en el pacto y que debe responder por medio de
la fe las promesas de Dios. El gran hecho central acentuado en la Escritura, es
que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Dios apareció repetidas
veces a Abraham, reiterándole sus promesas con el fin de engendrar la fe en su
corazón y de impulsar su actividad. La grandeza de su fe se hace visible en que
creyó contra toda esperanza, y en que confió en la promesa de Dios aun cuando
su cumplimiento parecía ser físicamente imposible.
3. Las bendiciones espirituales del pacto de gracia se hacen mucho
más visibles en el pacto con Abraham que lo que habían sido antes. La mejor
exposición escritural del pacto con Abraham se encuentra en Rom. 3 y 4, y en
Gál. 3. En relación con el relato que se encuentra en Génesis, estos capítulos
nos enserian que Abraham recibió en el pacto la justificación, incluyendo el
perdón de los pecados y la adopción dentro de la verdadera familia de Dios, y
también los dones del Espíritu Santo para santificación y gloria eterna.
4. El pacto con Abraham ya incluía un elemento simbólico. Por una
parte tenía referencia a bendiciones temporales, tales como la tierra de
Canaán, una numerosa descendencia, protección en contra de los enemigos y
victoria sobre ellos; y por la otra se refería a bendiciones espirituales. Debe
recordarse, sin embargo, que lo primero no estaba coordinado con lo segundo
sino más bien subordinado a éste.
Estas bendiciones temporales no constituían un fin en sí mismas,
sino que servían para simbolizar y para tipificar las cosas espirituales y
celestiales. Las promesas espirituales no se cumplieron en lo descendientes
naturales de Abraham como tales, sino solamente en aquellos que seguían en las
huellas de Abraham.
5. En vista de este establecimiento del pacto de gracia con
Abraham se considera, algunas veces, que él es la cabeza del pacto de gracia.
Pero la palabra "cabeza" es muy ambigua, y por tanto, conduce a
equivocación. Abraham no puede llamarse cabeza representativa del pacto de
gracia como Adán lo fue en el pacto de obras porque
A. El pacto Abrahámico no incluyó a los creyentes que lo precedieron
y que, sin embargo, estaban en el pacto de gracia
B. El no podía aceptar las promesas por nosotros, ni creerlas en
nuestro lugar, exceptuándonos de esta manera, de cumplir estos deberes. Si hay
una cabeza representativa en el pacto de gracia, puede serlo nada más Cristo
(compárese Bavinck Geref Dogm. III, pp. 239, 241); pero hablando estrictamente podemos
considerar a Cristo como cabeza única sobre la hipótesis de que el pacto de
redención y el pacto de gracia son uno solo.
Abraham puede llamarse cabeza del pacto tan sólo en el sentido
de que fue establecido formalmente con él, y con él recibió la promesa de su
continuación en la línea de sus descendientes naturales, pero sobre todo de los
espirituales, Pablo habló de Abraham como "el padre de todos los
creyentes", Rom. 4: 11. Es claro que la palabra "padre" sólo
figuradamente puede entenderse aquí, porque los creyentes no deben su vida
espiritual a Abraham.
Dice el Dr. Hodge en su comentario de Rom. (4: 11): "La
palabra padre expresa comunidad de naturaleza, y con frecuencia se aplica a la
cabeza o fundador de alguna escuela o clase de hombres, cuyo carácter está
determinado mediante la relación con la persona así designada; según se da a
entender en Gen 4: 20, 21. Los creyentes son llamados hijos de Abraham, a causa
de esta identidad de naturaleza religiosa o de carácter, de la manera que Abraham
se considera en la Escritura como el creyente y por motivo de que con él fue
trazado de nuevo el pacto de gracia, que abarca a todos los hijos de Dios, sean
judíos o gentiles, y porque todos ellos son sus herederos, en cuanto heredan
las promesas prometidas a Abraham".
C. Por último, no debemos perder de vista el hecho de que la etapa
de la revelación del pacto en el Antiguo Testamento que para nosotros que estamos
en la dispensación del Nuevo Testamento tiene más carácter de regla no es la
del pacto sinaítico sino la del pacto establecido con Abraham.
El pacto sinaítico, es un interludio, que cubre un período en el
que el verdadero carácter del pacto de gracia, es decir, su gratitud y gracia característica,
se eclipsa un tanto por toda clase de ceremonias y formas externas que, en
relación con la vida teocrática de Israel, colocaron las demandas de la ley en
la prominencia de lo más importante, compárese Gál. 3. Por otra parte, en el
pacto con Abrahán tiene mayor importancia la promesa y la fe que responde a la
promesa.
EL PACTO SINAITIC0
El pacto del. Sinaí fue esencialmente el mismo establecido con
Abram, aunque la forma era un tanto diferente. Esto no siempre se reconoce, y
no lo reconocen los actuales dispensacionalistas. Estos insisten en que era un
pacto diferente no sólo en forma sino también en esencia. Scofield habla de él
como de un pacto legal, un "pacto mosaico condicional, de obras",
bajo el cual el punto de prueba era la obediencia legal como condición de
salvación?
Si aquel fue un pacto de obras, verdaderamente no fue el pacto de
gracia. La razón por la que algunas veces se le considera como un pacto
enteramente nuevo es que Pablo repetidas veces se refiere a la ley y a la
promesa en forma de antítesis, Rom. 4: 13 y siguientes; Gál. 13: 17. Pero debe
notarse que el Apóstol no contrasta el pacto abrahámico con el sinaítico, como
un todo, sino nada más la ley, tal como funcionaba en este pacto, y esta
función considerada solamente en la forma equivocada en que la entendían los
judíos.
La única excepción visible a esta regla es Gál. 4: 21 y
siguientes, en donde es cierto que compara los dos pactos. Pero estos no son
los pactos abrahámico y sinaítico. El pacto que procedió del Sinaí y que tiene
su centro en la Jerusalén terrenal se coloca opuestamente al pacto que procede
del cielo y que está centrado en la Jerusalén que es de arriba, es decir, lo
natural en contraste con lo espiritual.
Hay en la Biblia indicaciones claras de que el pacto con Abraham
no fue suplantado por el pacto sinaítico, sino que siguió vigente. Aun en Horeb
Jehová recordó a su pueblo el pacto hecho con Abraham, Deut. 1: 8; y cuando
Jehová amenazó con destruir al pueblo después de que habían hecho el becerro de
oro, Moisés fundó su intercesión por ellos sobre aquel pacto, Ex 32: 13. Moisés
les aseguró también, repetidamente, que siempre que se arrepintieran de sus
pecados y se volvieran a Jehová, este recordaría su pacto con Abraham, Lev. 26:
42; Deut. 4: 31.
Los dos pactos están claramente representados en su unidad en el
Sal 105: 8-10; "Se acordó para siempre de su pacto, de la palabra que
mandó para mil generaciones la cual concertó con Abraham y de su juramento a
Isaac. Lo estableció a Jacob por decreto, a Israel por pacto sempiterno".
Esta unidad también se deduce del argumento de Pablo en Gál. 3, en donde él
acentúa el hecho de que un Dios inmutable no altera arbitrariamente la
naturaleza esencial de un pacto, una vez confirmado; y de que la ley no fue
dada para suplantar sino para servir a los propósitos de gracia, de la promesa,
Gál. 3: 15-22.
Si el pacto sinaítico fue verdaderamente un pacto de obras, en
el que la obediencia legal era el camino de salvación, entonces en verdad fue
una maldición para Israel, porque le fue impuesto a un pueblo que posiblemente
no podría obtener la salvación por medio de obras. Pero este pacto se
representa en la Escritura como una bendición concedida a Israel por un padre
amante, Ex 19: 5; Lev. 26: 44, 45 ; Deut. 4: 8 ; Sal 148 : 20. Pero aunque el
pacto con Abraham y el sinaítico eran esencialmente el mismo, sin embargo, el
pacto de Sinaí tenía ciertos rasgos característicos.
1. En el Sinaí el pacto se convirtió en un verdadero pacto nacional.
La vida civil de Israel quedó ligada con el pacto, en tal forma, que no podrían
ser separados. En gran parte, la Iglesia y el Estado se convirtieron en uno.
Para estar en la Iglesia era necesario estar en la nación, y viceversa; y para
dejar la Iglesia era necesario salir de la nación. No había excomunión
espiritual; la excomunión significaba ser separado por medio de la muerte.
2. El pacto sinaítico incluía un servicio que contenía un positivo
recordatorio de las demandas estrictas del pacto de obras. La ley estaba
colocada en sitio muy prominente, dando importancia una vez más al elemento
legal original. Pero el pacto de Sinaí no fue una renovación del pacto de
obras; en él, la ley se convirtió en subordinada del pacto de gracia. Esto se
indica ya en la introducción de los Diez Mandamientos, Ex 20: 2; Deut. 5: 6, y
posteriormente en Rom. 3: 20; Gál. 3: 24.
Es verdad que en el Sinaí fue añadido al pacto un elemento
condicional, pero no fue la salvación del israelita lo que se hizo depender de
la guarda de la ley, sino la posición teocrática de éste en la nación, y el
goce de las bendiciones externas, Deut. 18: 1-14.
La ley servía un doble propósito en relación con el pacto de
gracia:
(1) Aumentar el cumplimiento cabal del pecado, Rom. 3: 20; 4: 15;
Gál. 3: 19 y:
(2) Conducirnos como ayo hacia Cristo, Gál. 3: 24.
3. El pacto con la nación de Israel incluía un ceremonial
detallado y un servicio típico.
Hasta cierto punto esto estuvo también presente en el período
original, pero en la medida en que fue introducido en Sinaí se trataba de algo
que era nuevo. Fue instituido un sacerdocio separado, y se introdujo una
predicación continua del evangelio por medio de símbolos y de tipos. Estos
símbolos y tipos aparecieron bajo dos aspectos diferentes: como demandas de
Dios impuestas sobre el pueblo: y como mensaje divino de salvación para el
pueblo.
Los judíos perdieron de vista este último aspecto, y pusieron su
atención nada más sobre el primero. Consideraron al pacto cada vez más, aunque
equivocadamente, como un pacto de obras, y vieron en los símbolos y tipos un
mero apéndice al pacto.
4. La ley en el pacto del Sinaí sirvió también a Israel, como una
regla de vida, de manera que la ley de Dios tomó tres diferentes aspectos,
considerada como ley moral, ley civil y ley ceremonial o religiosa. La ley
civil es simplemente la aplicación de los principios de la ley moral a la vida
social y cívica del pueblo en todas sus ramificaciones. Hasta en las relaciones
sociales y civiles que entre sí conserva el pueblo tenían que reflejarse las
relaciones de pacto en que se encontraban.
Ha habido varias opiniones torcidas respecto al pacto sinaítico
las cuales merecen atención.
1. Coccejus vio en el decálogo una expresión sumaria del pacto de
gracia aplicable particularmente a Israel. Cuando el pueblo después del
establecimiento de este pacto nacional de gracia se convirtió en infiel e hizo
un becerro de oro, el pacto legal del servicio ceremonial fue instituido como
una dispensación más estricta y más dura del pacto de gracia. De esta manera la
revelación de gracia se encuentra particularmente en el decálogo y la de
servidumbre en la ley ceremonial. Antes del pacto de Sinaí los patriarcas
sirvieron bajo la promesa; hubo sacrificios, pero estos no fueron obligatorios.
2. Otros consideran la ley como la fórmula de un nuevo pacto de
obras establecido con Israel. Dios no intentaba en efecto que Israel se ganara
la vida por medio de la guarda de la ley, puesto que eso había sido
manifiestamente imposible. Sólo quería que ellos trataran de medir su fuerza
para traerlos a la conciencia de su propia incapacidad.
Cuando salieron de Egipto tenían la fuerte convicción de que
podrían hacer todo lo que Jehová mandara. Pero en el Sinaí descubrieron muy
pronto que no podían. En vista de la conciencia de culpa de ellos, Jehová
restableció aquí el pacto abrahámico de gracia, al que también pertenecía la
ley ceremonial. Esto vuelve al contrario la posición de Coccejus.
El elemento de gracia se encuentra en la ley ceremonial. Esto
casi está de acuerdo con el concepto de los actuales dispensacionalistas que
consideran al pacto sinaítico como "pacto mosaico condicional de
obras" (Scofield), que, sin embargo, contiene en la ley ceremonial algunos
esbozos de la redención que en Cristo se aproximaba.
Todavía hay otros que opinan que Dios estableció tres pactos en
Sinaí: Un pacto nacional, un pacto natural o de obras, y un pacto de gracia. El
primero fue hecho con todos los Israelitas, y era la continuación de aquella
línea particular que comenzó con Abraham. Dios demandó en él la obediencia
externa y prometió bendiciones temporales. El segundo fue una repetición del
pacto de obras por medio de la entrega de un decálogo. Y el último una renovación
del pacto de gracia tal como fue establecido con Abraham en la entrega de la ley
ceremonial.
Todos estos conceptos son objetables por más de una razón:
1. Son contrarios a la Escritura en que multiplican los pactos. No
es bíblico considerar que se estableció en Sinaí más de un pacto, aunque era un
pacto con diversos aspectos.
2. Están en error los que procuran imponer limitaciones indebidas
al decálogo y a la ley ceremonial. Es muy evidente que la ley ceremonial tiene
un doble aspecto; y es claro también que el decálogo, aunque coloca las
demandas de la ley en notable prominencia está, sin embargo, subordinado al
pacto de la gracia.
LA DISPENSACIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO
Muy poco es lo que necesitamos decir respecto a la dispensación
o pacto del Nuevo Testamento. Deben notarse los siguientes puntos:
1. El pacto de gracia tal como está revelado en el Nuevo
Testamento, es en esencia el mismo que gobernó la relación de los creyentes del
Antiguo Testamento con Dios.
Es completamente infundado presentar a los dos como si formaran
un contraste esencial, tal como lo hace el dispensacionalismo. Esto se
demuestra con abundancia teniendo en cuenta a Rom. 4 y Gál. 3. Si algunas veces
se habla de un nuevo pacto; esto está suficientemente explicado por el hecho de
que su administración difiere en diversos particulares de aquella del Antiguo
Testamento. En los siguientes puntos indicaremos lo que queremos decir.
2. La dispensación del Nuevo Testamento difiere de la del Antiguo
en que es universal, es decir, se extiende a todas las naciones. El pacto de
gracia originalmente fue universal; su particularismo comenzó con Abraham, y
continuó y se intensificó en el pacto sinaítico. Sin embargo, este
particularismo no debía ser permanente, sino que tenía que desaparecer una vez
que hubiera cumplido su propósito.
Aun durante el período de la ley era posible para los gentiles
unirse con el pueblo de Israel y de esta manera participar en las bendiciones
del pacto. Y cuando Cristo ofreció su sacrificio las bendiciones de Abraham
fluyeron a todas las naciones; los lejanos se convirtieron en cercanos.
3. La dispensación del Nuevo Testamento pone muy grande énfasis
sobre el carácter de gracia del pacto. La promesa tiene lugar muy prominente.
De hecho se hace completamente claro que en el pacto de gracia Dios da de
gracia lo que El mismo demanda. En este respecto la nueva dispensación se
conecta con el pacto abrahámico más bien que con el sinaítico, según Pablo
claramente lo deduce en Rom. 4 y Gal 3. Sin embargo, esto no quiere decir que
no hubiera habido promesas de gracia durante el período de la ley.
Cuando Pablo en II Cor. 3 contrasta al ministerio de la ley con
el del evangelio, recuerda particularmente el ministerio de la ley tal como fue
entendido por los judíos posteriores que hicieron del pacto sinaítico un pacto
de obras.
4. Por último, la dispensación del Nuevo Testamento trae más ricas
bendiciones que la del Antiguo. La revelación de la gracia de Dios alcanza su
clímax cuando el Verbo se hace carne y habita entre los hombres "lleno de
gracia y de verdad". El Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia, y
tomando de la plenitud de la gracia de Dios en Cristo enriquece a los creyentes
con bendiciones espirituales y eternas. La presente dispensación del pacto de
gracia continuará hasta el regreso de Cristo, cuando la relación de pacto se
habrá de cumplir en el más completo sentido de la palabra en una vida de íntima
comunión con Dios.
PREGUNTAS PARA AMPLIAR EL ESTUDIO
1. ¿Cómo afectó la introducción de la doctrina del pacto a la
presentación de la verdad en la teología Reformada?
2. ¿Por qué encontró muy poca aceptación esta doctrina fuera de
los círculos reformados?
3. ¿Quiénes fueron los primeros en introducir esta doctrina?
4. ¿Cuál fue el característico de la teología representativa de
Coccejus?
5. ¿Por qué hay algunos que insisten en tratar como un solo pacto
el de redención y el de gracia?
6. ¿Por qué es que otros prefieren tratar estos pactos por
separado?
7. ¿Qué se puede decir en respuesta al irrespetuoso rechazamiento
de la idea del pacto considerado como una ficción legal?
8. ¿Cómo puede Cristo ser parte y además Fiador en el mismo pacto?
9. ¿Qué se puede decir en contra de la idea de Blake de que el pacto
de gracia es una mera relación externa?
10. ¿Qué objeciones hay a la idea de dos pactos, el uno externo y
el otro interno?
11. ¿Por qué Kuyper sostiene que Cristo y solamente Cristo es la
parte número dos en el pacto de gracia?
12. ¿En qué sentido Kuyper considera al pacto de gracia como un
pacto interno?
13. ¿Qué debemos pensar de la tendencia del premilenialismo moderno
de multiplicar los pactos y las dispensaciones?
14. ¿Cómo se originó el moderno dispensacionalismo?
15. ¿Cómo concibe el dispensacionalismo la relación entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento?