EL HOMBRE Y LA CAIDA

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1. EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO Y EL CONOCIMIENTO DE DIOS

Una palmada en las nalgas suele acompañar la llegada de un bebé a este mundo. La respuesta del niño es prorrumpir en una protesta estridente. ¿Por qué llora el bebé? ¿Es el llanto una respuesta al dolor? ¿O al miedo? ¿O acaso llora de rabia?
Posiblemente el llanto sea provocado por todos estos factores. Nuestra entrada a este mundo está marcada por ruido y furia. Esta protesta inicial es considerada por algunos como la expresión no solo del significado del nacimiento sino del significado de la vida en su totalidad. Macbeth murmuraba:
La vida no es más que una sombra que pasa, un histrión que se ensoberbece y se impacienta el tiempo que le toca estar en el tablado, y de quien luego nada se sabe: es un cuento que dice un idiota, lleno de miedo y de arrebato, pero falto de toda significación.
No tener ningún significado es ser completamente insignificante. Ser insignificante es no tener ningún sentido. Y no tener ningún sentido es no tener ningún valor.
El sentido de mi vida y el de la de todos está vinculado a las preguntas ¿Quiénes somos? y ¿Qué somos? Es una cuestión de identidad. Mi identidad está en última instancia vinculada a mi relación con Dios. No puedo entender quién o qué soy si no entiendo quién o qué es Dios.
Existe una dependencia mutua entre nuestro conocimiento de nosotros mismos y nuestro conocimiento de Dios. Tan pronto como adquiero conocimiento de mí con yo, tomo conciencia de que no soy Dios; soy una criatura. Tengo una fecha de nacimiento, un instante en que mi vida comenzó sobre esta tierra. Mi punto de partida tallado en mi lápida no será la eternidad. No puedo saber cuál ha de ser la fecha final sobre mi lápida, pero la primera fecha fue 1939.
Mi sentido de criatura hace que mi pensamiento se vuelque hacia el pasado, o "hacia arriba", a mi Creador. No puedo contemplar a Dios ni a ninguna otra cosa externa a mí mismo hasta no tomar conciencia de mí. Sin embargo, no puedo entender todo mi significado hasta que no me entienda en relación con Dios. En última instancia, entonces, la antropología, el estudio del hombre, es una subdivisión de la teología, el estudio de Dios.
La crisis de la humanidad moderna la encontramos en la ruptura entre la antropología y la teología, entre el estudio de los seres humanos y el estudio de Dios. Cuando nuestra historia es narrada en forma aislada o divorciada de la historia de Dios, entonces sí se convierte en falta "de toda significación". Si nos consideramos sin referencia a Dios, nos convertimos en "una pasión inútil" como lo afirmó el filósofo Jean-Paul Sartre.
¿En qué consiste "una pasión inútil"? Una pasión es un sentimiento intenso. La vida humana está signada por sentimientos intensos. Entre ellos hay pasiones tales como el amor, el odio, el temor, la culpa, la ambición, la lujuria, la envidia, los celos, y muchísimos más. Como criaturas tenemos sentimientos muy profundos sobre nuestras vidas. La pregunta nos angustia: ¿Acaso todos estos sentimientos son inútiles? ¿Acaso todo nuestro esfuerzo y nuestro amor son un simple ejercicio en la futilidad, una excursión de vanidad?
Está en juego el significado de nuestras vidas. Nos estamos jugando nuestra dignidad. Si se considera a los seres humanos aislados, no relacionados con Dios, entonces permanecen solos e insignificantes. Si no somos criaturas hechas por Dios y relacionadas con Dios, entonces somos un mero accidente cósmico.
Nuestro origen es insignificante y nuestro destino es igualmente insignificante. Si surgimos del barro por accidente y hemos de desintegrarnos en el vacío o en el abismo de la nada, entonces estamos viviendo nuestras vidas entre los dos polos del más absoluto sin sentido. Somos ceros a la izquierda, desnudos de dignidad o de valor.
El dotar temporalmente de dignidad a un ser humano que se encuentra entre los polos de un origen sin sentido y un destino sin sentido, es acceder meramente a los caprichos de un sentimiento. Nos ilusionamos con nuestro propio engaño.
Nuestro origen y nuestro destino están unidos a Dios. El único significado final que podemos tener debe ser teológico. Esta misma pregunta que nos hacemos ya fue formulada por el salmista: El conocimiento de uno mismo Y el conocimiento de Dios.
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra (Salmo 8:3-5).
Haber sido creados por Dios es estar relacionados con Dios. Esta relación ineludible nos brinda la seguridad de que no somos ruido o sentimientos inútiles. En la creación recibimos una corona de gloria. Una corona de gloria es una tiara de dignidad. Con Dios, tenemos dignidad; sin Dios, no somos nada.
RESUMEN
1. No podemos conocer a Dios sin antes tomar conciencia de nosotros mismos.
2. No nos podemos conocer a nosotros mismos con precisión si no conocemos antes a Dios.
Conocimiento de DIOS Conocimiento más elevado de uno mismo
Conocimiento de uno mismo (conciencia de uno mismo) El conocimiento de uno mismo nos conduce al conocimiento de Dios, el cual a su vez nos brinda un entendimiento más elevado y más completo de nosotros mismos.
3. Los seres humanos en relación con Dios: Un origen con un propósito +Un destino con un propósito = Una vida con sentido.
4. Los seres humanos sin relación con Dios: Un origen sin sentido + Un destino sin sentido Una vida sin sentido.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Génesis 1:27, Hechos 17:22-31, Salmo 51 Romanos 1:18-23, Hechos 14:8-18.

2. HOMBRE  CREADO A  IMAGEN DE DIOS

En el arte, el hacer imágenes es un ejercicio de belleza. La pintura, la escultura, y otras artes suelen ser imitativas. Mediante nuestra creación imitamos a los objetos de la vida real.
El artista principal es Dios. Cuando Dios diseñó el universo, dejó su sello sobre él de manera tal que los cielos declaran su gloria y el firmamento nos muestra su obra.
Cuando Dios hizo a las criaturas que habitan la tierra y el mar, creó una criatura singular, hecha a su propia imagen. Génesis 1:26-27 nos dice: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, yen todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Como la Biblia dice que fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios, algunos (en especial los católicos) han llegado a la conclusión de que existe una diferencia entre ser a imagen y ser a semejanza de Dios. Pero la estructura del lenguaje bíblico nos indica que la imagen y la semejanza se refieren a una misma cosa.
Somos los iconos de Dios, criaturas hechas con la capacidad única de reflejar el carácter de Dios, como si fuésemos un espejo.
El haber sido hechos a imagen de Dios suele entenderse como señalando el sentido de que somos como Dios. Aunque Él es el Creador y nosotros sus criaturas, y aunque Dios nos trasciende en esencia, en poder yen gloria, sin embargo en cierto sentido somos como Él. Hay algún tipo de analogía entre Dios y nosotros. Dios es un ser moral e inteligente. Nosotros también somos agentes morales equipados con una mente, un corazón y una voluntad.
Estas facultades hacen posible que podamos reflejar la santidad de Dios, santidad que fue nuestra vocación original.
La palabra hombre, cuando es utilizada en los pasajes de la Escritura como "creó Dios al hombre a su imagen" (Génesis 1:27), significa "la humanidad". Tanto el varón como la hembra de la especie humana han sido creados a imagen de Dios. Parte de esta imagen comprende el llamado de la humanidad a gobernar la tierra, a tener dominio sobre ella. Hemos sido llamados a cultivar, a llenar, y a guardar esta tierra como los regentes de Dios. Hemos sido llamados a reflejar el carácter del gobierno justo de Dios sobre el universo. Él nunca saquea o explota lo que domina, sino que reina con justicia y bondad.
En ocasión de la caída de la humanidad, algo terrible ocurrió. La imagen de Dios perdió su lustre. Nuestra capacidad para reflejar su santidad se vio tan afectada que ahora este espejo está opaco.
La caída, sin embargo, no destruyó nuestra humanidad. Aunque nuestra capacidad para reflejar la santidad de Dios se perdió en la caída, todavía somos humanos. Todavía tenemos una mente, un corazón y una voluntad. Todavía llevamos la marca de nuestro Creador sobre nosotros. Cristo es quien restaura la plenitud de la imagen de Dios en los seres humanos. Él es, como lo declara el autor de Hebreos, "el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia" (Hebreos 1:3).
RESUMEN
1. Dios creó a los seres humanos -al varón ya la hembra- a su imagen y semejanza.
2. Existe cierta analogía entre Dios y los seres humanos que hace posible la comunicación entre ambos.
3. Los seres humanos, como Dios, son agentes morales con las facultades de pensamiento y voluntad.
4. Los seres humanos han sido llamado a ejercer el dominio sobre la tierra.
5. En la caída, la imagen de Dios en los seres humanos se opacó.
6. Cristo es la imagen perfecta de Dios. Él nos está restaurando a la plenitud de la imagen de Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Génesis 9:6, Romanos 8:29, 1 Corintios 15:42-57, Colosenses 1:15.

3. LOS SERES HUMANOS COMO CUERPO Y ALMA

Tres veces a la semana me someto a la tortura de mi entrenador en el Gimnasio de Gold. Él es mi Faraón privado, mi Simón Legree. El ejercicio cardiovascular, la bomba de hierro, y las rutinas de contorsiones son parte de mi dieta. Todo esto a pesar del conocimiento de la Escritura que dice que el ejercicio corporal para poco es provechoso" (l Timoteo 4:8)
Mientras me preocupo por mi cuerpo, por su peso, su apariencia y su salud, vienen a mi mente las palabras de Jesús: "Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28).
Los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, son criaturas hechas de un cuerpo material y de un alma no material. Esta alma también es llamada espíritu.
Tanto el cuerpo como el alma fueron creados por Dios y constituyen dos aspectos distintos de nuestra personalidad. El punto de vista bíblico sobre los seres humanos difiere marcadamente del punto de vista de los antiguos griegos. Nuestro cuerpo y alma forman una dualidad, no un dualismo. En las teorías dualísticas, el cuerpo y el alma son vistos como dos sustancias incompatibles que coexisten en constante tensión. Son fundamentalmente incompatibles.
El dualismo suele afirmar que hay algo inherentemente malvado o imperfecto en cualquier cosa física y, por lo tanto, considera que el cuerpo es un recipiente malvado para contener al alma pura. Para los griegos, la salvación significaba en última instancia ser redimidos del cuerpo, cuando el alma finalmente fuera liberada de la prisión de la carne.
El punto de vista bíblico es que el cuerpo fue creado bueno y no hay ningún mal inherente a su sustancia física. Sin embargo, padece la corrupción moral de la misma manera que el alma. Los seres humanos son pecaminosos tanto en su cuerpo como en su alma. El cristianismo no enseña la redención independiente del cuerpo, sino la redención del cuerpo.
Al ser una dualidad, los seres humanos son una entidad con dos partes distintas unidas por el acto creativo de Dios. No ninguna necesidad, ni filosófica ni exegética, para agregar otra tercer parte o sustancia (como un espíritu) para sortear la tensión dualística. La teología ortodoxa rechaza la visión tricotómica de los seres humanos, que concibe a los seres humanos como integrados por tres partes: el cuerpo, el alma y el espíritu.
Aunque hay muchos teólogos que han argumentado a favor de la inmortalidad natural o esencial del alma humana, es importante recordar que el alma humana:
(1) ha sido creada por Dios y no es inherentemente eterna;
(2) aunque no está compuesta por materia y como tal sujeta a las fuerzas físicas, de todos modos es factible de ser destruida por Dios.
El alma no puede existir en ningún momento separada del poder sustentador de Dios. "En él vivimos, y nos movemos, y somos" (Hechos 17:28).
En el momento de la muerte, aunque el cuerpo muere, el alma del creyente y del no creyente continúan viviendo. Los creyentes aguardan la consumación de su redención con la resurrección y la glorificación de sus cuerpos, mientras que los impenitentes aguardan el juicio final de Dios. Como Dios preserva al alma de la muerte, los seres humanos tienen una continuidad de su existencia personal consciente más allá de la muerte. Toda la persona ha caído; tanto el cuerpo como el alma son los objetos de la gracia salvífica de Dios.
RESUMEN
1. Los seres humanos tienen un cuerpo material y un alma inmaterial.
2. Los seres humanos son una unidad-en-la-dualidad. El cristianismo rechaza la noción griega de dualismo.
Los seres humanos Unidad en la dualidad CUERPO y ALMA
Los seres humanos como cuerpo y alma Concepto griego Dualismo unificado CUERPO-ALMA
Tricotomía en la tensión entre el cuerpo y el alma aliviada por el espíritu.
3. El cuerpo humano forma parte de la buena creación de Dios.
Aunque cayó, junto con el alma, ninguno de los dos son inherentemente malvados.
4. El alma humana no es naturalmente eterna. Debió ser creada y sustentada por Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Génesis 1:1-2:25, Eclesiastés 12:7, Mateo 10:28, Romanos 8:18-23, 1 Corintios 15:35-55

4. LOS SERES HUMANOS COMO CARNE Y ESPÍRITU

En la iglesia moderna hay mucha confusión con respecto al significado bíblico de la carne y el espíritu. Por un lado, la iglesia todavía está luchando contra la idea griega de que todo lo que sea físico debe ser malo en cierto grado. Algunos, por lo tanto, suponen que la vida cristiana es algo que debe ser completamente espiritual y que no puede tener nada que ver con nuestra existencia corporal.
Algunos llevan este requisito al extremo de considerar necesariamente malas todas las funciones corporales, como comer, beber y la satisfacción sexual. Otros, creyendo que el cuerpo carece de importancia, se engañan creyendo que no importa como sea utilizado el cuerpo siempre y cuando su alma esté saludable. Ambas perspectivas reflejan una grave distorsión de la enseñanza bíblica sobre el cuerpo y el espíritu, según la cual ambos son importantes y deben ser alimentados cuidados.
Surge un segundo problema cuando se hace una diferencia demasiado marcada entre los cristianos "carnales" y los cristianos "espirituales". En este caso debemos considerar tres tipos de personas:
(1) los que no son cristianos y son carnales,
(2) los cristianos carnales, y;
(3) los cristianos llenos del Espíritu.
Sí pensamos en un cristiano carnal como en una persona totalmente vacía del Espíritu Santo, entregada a un estilo de vida completamente carnal, no estamos hablando de un cristiano carnal, estamos hablando de alguien que ni siquiera es cristiano. Una persona puede profesar ser cristiano y seguir siendo completamente carnal, haciendo de su profesión una mentira. Un cristiano completamente carnal es una contradicción.
Todos los cristianos han sido llenos por el Espíritu. La "plenitud" del Espíritu puede ser de menor a mayor grado; porque los cristianos varían entre sí, se han entregado al Espíritu en distinto grado. Pero el Espíritu habita dentro de todos los cristianos.
El apóstol Pablo habla sobre una lucha o conflicto que el creyente experimenta entre la carne y el espíritu. Al hacerlo, Pablo no está enseñando un dualismo o una falta de armonía entre el cuerpo y el alma. El conflicto descrito por Pablo no puede ser reducido a una lucha entre los deseos o apetitos físicos y las virtudes espirituales. El conflicto es más profundo que eso.
La palabra carne (sarx) es a veces utilizada en el Nuevo Testamento como un sinónimo virtual de cuerpo (soma). Sin embargo, cuando esta palabra es usada en claro contraste con espíritu (pneuma), suele referirse a algo diferente del cuerpo físico. La carne en dicho caso suele referirse a la naturaleza corrupta de los seres humanos caídos. Cuando el Espíritu Santo nos regenera y nos convertimos en nuevas criaturas en Cristo, el poder de nuestra naturaleza caída (la carne) es conquistado pero no destruido.
Como la santificación consiste en un proceso que dura toda la vida, los cristianos están inmersos en una lucha diaria con su vieja naturaleza mientras buscan crecer en el Espíritu y en la gracia. La vieja persona muere día a día mientras que la nueva persona en Cristo se fortalece por el Espíritu Santo que mora en ella. El Espíritu, que nos ha dado su palabra y nos ha sellado, será quien finalmente prevalezca en esta lucha. Mientras tanto, sin embargo, la lucha puede ser muy intensa. Los cristianos deben seguir luchando contra el pecado y la tentación. La conversión nos libera del control total de la carne, pero no nos perfecciona.
Esta lucha entre la vieja persona (la carne) y el Espíritu continúa hasta nuestra muerte. Después de la muerte hemos de ser glorificados: la carne será completamente aniquilada, y la nueva persona será completamente purificada.
RESUMEN
1. La Biblia rechaza la noción griega que considera al cuerpo intrínsecamente malo.
2. Los cristianos no deben ni despreciar ni exaltar al cuerpo. El cuerpo y el alma tienen necesidad de santificación.
3. Ningún cristiano puede ser completamente carnal ni completamente libre de carnalidad.
4. El Espíritu Santo habita en todos los cristianos.
5. La lucha entre la carne y el espíritu no es un conflicto entre el cuerpo y el alma sino un conflicto entre nuestra naturaleza de pecado caída (la vieja persona) y nuestra naturaleza regenerada (la nueva persona).
6. La lucha entre la carne y el Espíritu continúa durante toda la vida del cristiano hasta su glorificación.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Mateo 26:36-41, Juan 3:6, Romanos 7:13-8:17, Efesios 2:1-3, 1 Pedro 2:11.

5. SATANÁS

La figura de Satanás suele ser concebida como un fugitivo de una fiesta de "Halloween", Se lo retrata vistiendo un ridículo traje rojo. Tiene espuelas, cuernos, una cola, y lleva consigo un tridente.
Esta figura es motivo de ridículo entre quienes niegan el cristianismo bíblico. En determinada ocasión le pregunté a mi clase de unos treinta estudiantes: "¿Cuántos creen en Dios?" La mayoría de los estudiantes levantó su mano. Luego pregunté: "¿Cuántos creen en el diablo?" Solamente se alzaron un de manos.
Un estudiante espetó, "¿Cómo puede una persona inteligente creer en el diablo en los días que corren? El diablo pertenece a superstición, junto con los fantasmas, los duendes y todo el reste de la parafernalia nocturna".
Yo le respondí: "Hay un origen muchísimo más fiable para creer en Satanás que para creer en los duendes. Es posible que no estén convencidos de la veracidad de la Biblia, pero sin duda que es un origen más fiable que los cuentos de hadas".
Amontonar a Satanás junto con las brujas y los duendes implica violar las reglas de un pensamiento serio y grave. Continué mi discusión con el estudiante realizándole otra pregunta: "Si creemos que Dios es un ser invisible, y personal, que tiene la capacidad de influenciar a las personas hacia el bien, ¿por qué resulta tan increíble y tan difícil imaginar que existe un ser invisible, y personal, que tiene la capacidad de influenciar a las personas al mal?"
Es posible que nuestro problema con respecto a Satanás radique en el hecho de que estamos reaccionando a una caricatura y no al punto de vista bíblico sobre él. En la Escritura, la palabra Satanás significa "adversario". Lo conocemos como el diablo. Es una criatura angelical que, antes de la creación de la raza humana, se rebeló contra Dios y que desde entonces ha luchado contra la raza humana y contra Dios. Se lo llama el príncipe de las tinieblas, el padre de la mentira, el acusador, y la serpiente. Este retrato no tiene nada que ver con el adversario cómico, con cuernos, y un tridente, al que nos hemos acostumbrado.
Esa imagen, por lo menos en parte, surgió en la iglesia medioeval. Esta caricatura de Satanás fue creada intencionalmente en la iglesia para poder burlarse de él. La iglesia estaba convencida que era una estratagema efectiva contra Satanás el insultarlo. Se consideraba que su parte más vulnerable era su orgullo. El atacar su orgullo era visto como una manera efectiva para repeler su ataque.
La noción bíblica, sin embargo, es mucho más sofisticada. Él se aparece como un "ángel de luz". Esta imagen subraya la habilidad inteligente de Satanás para manifestarse bajo la apariencia del bien. Satanás es muy sutil, seductor y astuto. Sabe hablar con elocuencia; su apariencia es deslumbrante. El príncipe de las tinieblas se viste con un ropaje de luz. La Escritura también nos habla de Satanás como un león rugiente, buscando a quien devorar.
Cristo también es llamado un león, el León de Judá. Él es el redentor, el anti-león y devorador. Ambas imágenes nos hablan de la fuerza.
¿Cómo deberá reaccionar, entonces, el creyente frente a Satanás? Por un lado, Satanás es realmente temible. En 1 Pedro 5:8 se nos dice que "vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar". La respuesta del creyente no debe ser, sin embargo, la del miedo. Satanás puede ser más fuerte que nosotros, pero Cristo es más fuerte que Satanás.
La Biblia afirma que "mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). Satanás es después de todo una criatura. Es finito y limitado. Está limitado en el tiempo y el espacio. No puede estar en más de un lugar al mismo tiempo.
Nunca debe ser considerado igual a Dios. Satanás es de un orden superior a los humanos, es un ángel caído. Pero no es divino. Tiene más poder que las criaturas de este mundo pero su poder es infinitamente menor que el poder del Dios todopoderoso.
RESUMEN
1. Satanás no debe ser comparado a las criaturas mitológicas.
2. Satanás es un ángel caído con poderes sofisticados para engañar, tentar y acusar a las personas.
3. Satanás es una criatura finita sin los poderes y los atributos divinos.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Job 1:6-12, Mateo 4:1-11, Lucas 22:31, 2 Tesalonicenses 2:5-10, 1 Pedro 5:8-11.

6. LOS DEMONIOS

Los demonios son seres sobrenaturales que sirven a Satanás. Como Satanás, también fueron ángeles. Se unieron con Satanás en su rebelión y fueron echados del cielo junto con él. Cuando se los menciona en la Escritura, es principalmente con respecto a la posesión demoníaca de los seres humanos.
El apóstol Pablo señala que mientras los dioses idolátricos adorados por los paganos no existen en realidad, los demonios sí existen, instigando y propagando dicha adoración pagana. Quienes participan de dichos ritos paganos en realidad están ofreciendo su adoración a los demonios y están operando bajo las directivas demoníacas.
El Nuevo Testamento nos revela varias características de los demonios. Suelen estar asociados con algún tipo de deficiencia física o mental, como la ceguera o el inf1igirse daño a sí mismos.
Los demonios con frecuencia reconocieron a Cristo como el Santo de Dios. Le temieron y se sujetaron a la autoridad de Jesús.
Además, los demonios tenían un conocimiento superior o sobrenatural, una fuerza superior, y la capacidad de predecir el futuro.
La Reforma reaccionó con firmeza contra el exceso de prácticas y supersticiones que rodeaban a los demonios en la Edad Media. Hacia fines del siglo dieciséis, la práctica de exorcizar demonios había sido abolida dentro de la Iglesia Luterana.
Si bien los demonios todavía continúan actuando, el nivel y la severidad de su actividad como están expresadas en el Nuevo Testamento son propias de ese tiempo. Era la "plenitud del tiempo", la última gran defensa de este mundo contra el Redentor de la humanidad. Satanás, por decirlo de algún modo, tiró la casa por la ventana. Con la resurrección y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, el reino de Satanás, y sus camaradas los demonios, se vio severamente restringido. Sin embargo, tanto Pablo como Juan les advierten a los creyentes que en los tiempos postreros las actividades de Satanás y sus demonios se habrían de incrementar.
Si tomamos lo que nos dice la Biblia en serio, debemos tomar en serio también al mundo de los demonios. No puede haber una teología bíblica sin su correspondiente demonología.
Aunque los demonios son reales y poderosos, no hay ningún motivo para creer que pudieran llegar a poseer a un cristiano.
Podremos ser acosados, tentados, o acusados por los demonios, pero nunca nos podrán controlar. Todos los cristianos tienen al Espíritu Santo morando dentro de sí. Su presencia les garantiza el estar libre de la posesión de los demonios. El Espíritu Santo es más poderoso que cualquier demonio que pueda atacarnos.
RESUMEN
1. Los demonios son ángeles caídos que están bajo el dominio de Satanás.
2. Los demonios aparecieron con fuerza inusitada cuando Jesús estuvo sobre esta tierra.
3. Los cristianos no pueden ser poseídos por los demonios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Marcos 1:21-28, Lucas 10:17-20, Lucas 11:14-26, 1 Corintios 10:14-24, 1 Juan 4:1-6.

7. EL PECADO

El pecado puede ser ilustrado como un arquero que dispara una flecha y no da en el blanco. No se trata, por supuesto, de inferir que es un asunto moral el no dar en el blanco en las competencias de tiro al blanco. Lo que ocurre es que la definición bíblica más sencilla para el pecado es "errar el blanco". En términos bíblicos, el blanco que no se consigue no es un blanco relleno de paja; es el blanco o la "norma" de la ley de Dios. La ley de Dios expresa su propia justicia y es el estándar supremo para nuestro comportamiento. Cuando no damos en el blanco de este estándar, pecamos.
La Biblia nos habla de la universalidad del pecado en términos de no dar en el blanco de la gloria de Dios. "Por cuantos todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).
Decir que "nadie es perfecto" o que "errar es humano" es reconocer la universalidad del pecado. Todos somos pecadores y todos tenemos necesidad de la redención.
El pecado puede definirse como "el no conformarse o el transgredir cualquier ley de Dios, otorgada como la norma para las criaturas racionales". Hay tres dimensiones cruciales en esta definición. En primer lugar, el pecado es la no conformidad o el no poder cumplir plenamente algo. Constituye el no cumplimiento de la ley de Dios. Un pecado de omisión es el fracaso de hacer lo que Dios ordena. Si nos ordena amar al prójimo y no lo amamos, eso es pecado.
En segundo lugar, el pecado es definido como una transgresión a la ley. Transgredir una leyes pasar por alto sus barreras, traspasar sus límites. Por eso es que podemos describir al pecado como "una invasión al derecho de propiedad". Caminamos por donde no se nos permite caminar. En este caso hablamos de pecados por comisión, cuando cometemos acciones prohibidas por Dios. Cuando la ley de Dios se pronuncia en términos negativos, "No harás tal o cual cosa", y nosotros hacemos lo que no está permitido, pecamos.
En tercer lugar, el pecado es una acción realizada por criaturas que tienen uso de razón. Por ser criaturas creadas a la imagen de Dios, somos agentes morales libres. Porque tenemos una mente y una voluntad, somos capaces de realizar acciones morales. Pecamos siempre que hacemos algo que sabemos que está mal, y elegimos desobedecer la ley de Dios.
El protestantismo rechaza la diferencia clásica establecida en la teología católica entre los pecados veniales y los pecados mortales. La teología católica clásica define un pecado mortal como un pecado que "mata" la gracia en el alma y requiere renovar la justificación mediante el sacramento de la penitencia. Un pecado venial es un pecado de menor gravedad. No destruye la gracia salvífica.
Juan Calvino declaró que todo pecado contra Dios es un pecado mortal en cuanto merece la muerte, pero ningún pecado es mortal en el sentido que destruye nuestra justificación por la fe.
El protestantismo afirma que cualquier pecado es grave. Hasta el pecado más pequeño es un acto de rebeldía contra Dios. Todos los pecados constituyen un acto de traición cósmica, un intento fútil por destronar a Dios en su autoridad soberana.
Sin embargo, la Biblia considera a algunos pecados más atroces que otros. Hay grados de maldad del mismo modo que habrá grados de castigo en el tribunal de la justicia de Dios. Jesús reprendió a los Fariseos por haber omitido cumplir con las cuestiones más importantes de la ley, y reconvino a las ciudades de Betsaida y Corazín diciéndoles que su pecado era peor que el de Sodoma y Gomorra (Mateo 11:20-24).
La Biblia también nos advierte sobre la culpa incurrida al pecar múltiples veces. Aunque Santiago nos enseña que pecar contra una parte de la leyes pecar contra toda la ley (Santiago 2: 10), cada transgresión particular añade más culpa. Pablo nos previene de no atesorar ira para el día de la ira (Romanos 2:1-11).
Cada vez que cometemos un pecado estamos agrandando nuestra culpa y nuestra exposición a la ira de Dios. Sin embargo, la gracia de Dios es mayor que toda nuestra culpa junta.
La Biblia toma al pecado muy en serio porque toma a Dios muy en serio, y también toma en serio a los seres humanos.
Cuando pecamos contra Dios, estamos violando su santidad. Cuando pecamos contra nuestro prójimo, estamos violando su humanidad.
RESUMEN
1. El significado bíblico del pecado es errar el blanco de la justicia de Dios.
2. Todos los seres humanos son pecadores.
3. El pecado comprende el fracaso de no conformarse a algo (de omisión) y la transgresión (de comisión) de la ley de Dios.
4. Solo los agentes morales pueden ser culpables de pecado.
5. El protestantismo rechaza la diferencia entre pecados mortales y veniales, pero afirma que hay pecados más graves que otros.
6. Con cada pecado que se comete se incurre en mayor culpa.
7. El pecado viola a Dios y a las personas.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Romanos 2:1-11, Romanos 3:10-26, Romanos 5: 12-19, Santiago 1:12-15, 1 Juan 1:8-10.

8. EL PECADO ORIGINAL

Es un lugar bastante común escuchar la aseveración de que "la gente es básicamente buena". Aunque se admite que nadie es perfecto, se minimiza la malicia humana. Sin embargo, si las personas son básicamente buenas, ¿por qué el pecado es tan universal?
Suele decirse que todo el mundo peca debido a la influencia negativa de la sociedad. El problema es encuadrado dentro del entorno social y no dentro de nuestra propia naturaleza. Pero esta explicación sobre la universalidad del pecado no contesta esta pregunta: "¿Cómo fue que la sociedad se tornó corrupta en primer lugar?"
Si las personas son buenas e inocentes cuando nacen, cabría esperar que al menos un porcentaje de ellas permaneciesen buenas y sin pecado. Debería ser posible encontrar sociedades no corruptas, donde el entorno haya sido condicionado por la no pecaminosidad en lugar de haber sido condicionado por la pecaminosidad.
Y sin embargo, hasta las comunidades más comprometidas con la justicia han tenido que tomar provisiones para tratar con la culpa del pecado.
Como la fruta está universalmente corrupta, buscamos la raíz del problema en el árbol. Jesús nos enseñó que un árbol bueno no puede producir fruta corrupta. La Biblia enseña con total claridad que nuestros padres originales, Adán y Eva, cayeron en el pecado.
De ahí en más, todos los seres humanos han nacido con una naturaleza pecaminosa y corrupta. Si la Biblia no enseñara esto explícitamente, de todos modos tendríamos que deducirlo racionalmente debido a la universalidad del pecado.
Sin embargo la caída no es meramente una cuestión de deducción racional. Es un punto en la revelación divina. Se refiere a lo que conocemos como el pecado original. El pecado original no se refiere principalmente al primer pecado o el pecado original cometido por Adán y Eva. El pecado original se refiere al resultado del primer pecado la corrupción de la raza humana. El pecado original se refiere a la condición caída en la que estamos ya cuando nacemos.
De la Escritura surge claramente que la caída tuvo lugar. La caída fue devastadora. Cómo fue que sucedió es un tema abierto a la disputa aun entre los pensadores de la Reforma. La Confesión de Westminster, de manera muy similar a la explicación de la Escritura, explica este acontecimiento con sencillez:
Nuestros primeros padres, habiendo sido seducidos por la sutileza y la tentación de Satanás, pecaron, al comer de la fruta prohibida.
Dios, de acuerdo con su sabio y santo consejo, permitió este su pecado, habiendo decidido ordenarlo para su propia gloria.
Por consiguiente, la caída ocurrió. Los resultados, sin embargo, alcanzaron mucho más que a Adán y Eva. No solo alcanzaron a toda la humanidad, sino que diezmaron a la humanidad. Somos pecadores en Adán. No corresponde preguntarnos: ¿Cuándo se convierte una persona en un pecador? Porque la verdad es que los seres humanos nacen en un estado de pecaminosidad. Son vistos por Dios como pecadores, por su solidaridad con Adán.
La Confesión de Westminster nuevamente expresa elegantemente los resultados de la caída, en particular en su relación con los seres humanos:
Por este pecado cayeron de su estado original de justicia y comunión con Dios, y murieron al pecado, completamente corruptos en todas las partes y facultades del alma y del cuerpo. Como eran la raíz de toda la humanidad, la culpa de este pecado, y la misma muerte al pecado, y la naturaleza corrupta se imputó y se transmitió a toda su descendencia postrera por generación ordinaria. A partir de esta corrupción original, por la cual estamos completamente indispuestos, inhabilitados, y contrarios hacia el bien, y completamente inclinados hacia el mal, es que proceden todas las transgresiones presentes.
Esta última frase es crucial. Somos pecadores no porque pequemos, sino que pecamos porque somos pecadores. Por eso es que David se lamenta: "En verdad, soy malo desde que nací; soy pecador desde el seno de mi madre" (Salmo 51:5, La Biblia, Versión Popular).
RESUMEN
1. La universalidad del pecado no puede ser explicada por factores sociales o del entorno.
2. La universalidad del pecado es explicada por la caída de la humanidad.
3. El pecado original no se refiere principalmente al primer pecado, sino al resultado de dicho pecado. .
4. Todas las personas nacen con una naturaleza pecaminosa o con un "pecado original".
5. Todos pecamos porque somos pecadores por naturaleza.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Génesis 3: 1-24, Jeremías 17:9, Romanos 3: 10-26, Romanos 5:12-19, Tito 1:15.

9. LA DEPRAVACIÓN HUMANA

Como mencionamos en el capítulo anterior, un tema común de debate entre los teólogos radica en la cuestión de si los seres humanos son básicamente buenos o básicamente malos. Esta cuestión gira en torno a la palabra básicamente. Existe un consenso prácticamente universal de que nadie es perfecto. Todos aceptamos la máxima de que "errar es humano".
La Biblia nos dice qué "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). A pesar de este veredicto sobre las limitaciones de los humanos, nuestra cultura, dominada por el humanismo, persiste en creer que el pecado es algo periférico o tangencial a nuestra naturaleza. No obstante, tenemos fallas por causa del pecado. Nuestros registros morales exhiben manchas.
Pero de algún modo pensamos que nuestra maldad reside en la periferia de nuestro carácter, apenas lo roza, y nunca puede penetrar a nuestro centro interior. Se supone, básicamente, que las personas son inherentemente buenas.
Después de haber sido liberado de su cautiverio en Iraq y haber experimentado de primera mano la corrupción de los métodos de Saddam Hussein, uno de los rehenes declaró: "A pesar de todo lo que padecí, nunca perdí mi confianza en la bondad básica de las personas". Es posible que este punto de vista descanse en parte en una escala variable de relativa bondad o maldad de la gente.
Es obvio que algunas personas son más malvadas que otras. Al lado de Saddam Hussein o Adolfo Hitler, cualquier pecador del montón se parece a un santo. Pero si elevamos nuestra mirada hacia el estándar supremo de bondad -el carácter santo de Dios- nos damos cuenta de que lo que se presenta como una bondad en un nivel terrenal es corrupto hasta la cabeza.
La Biblia nos enseña la total depravación de la raza humana. La depravación total significa la corrupción radical. Debemos tener cuidado de observar la diferencia que existe entre la depravación total y la depravación completa. Ser completamente depravados es ser tan malos como es posible ser. Hitler era extremadamente depravado, pero podría haber sido todavía peor.
Yo soy un pecador. Pero podría pecar más a menudo y mis pecados podrían ser más graves que los que peco en realidad. No hago cosas completamente depravadas, pero sí soy totalmente depravado.
La depravación total significa que yo y todos los demás somos depravados o corruptos en todo nuestro ser. No hay ninguna parte de nosotros que no haya sido alcanzada por el pecado.
Nuestras mentes, nuestras voluntades, y nuestros cuerpos se han visto afectados por el mal. Hablamos palabras pecaminosas, desarrollamos acciones pecaminosas, tenemos pensamientos impuros.
Nuestros propios cuerpos padecen los estragos del pecado. Posiblemente la expresión corrupción radical sea más feliz que la expresión "depravación total" para describir nuestra condición caída. Utilizo la palabra radical no tanto como sinónimo de "extremo" sino en el sentido de su significado original. La palabra radical proviene de la palabra latina que significa "raíz".
Nuestro problema con el pecado es que está radicado en el centro de nuestro ser. Cala en lo profundo de nuestros corazones. Debido a que el pecado está en lo más profundo de nuestro ser y no simplemente en el exterior de nuestras vidas es que la Biblia dice: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Romanos 3:10-12).
Por causa de esta condición se escucha el veredicto de la Escritura: estamos "muertos en delitos y pecados" (Efesios 2: 1); hemos sido "vendidos al pecado" (Romanos 7:14); hemos sido llevados "cautivos a la ley del pecado" (Romanos 7:23) y somos "por naturaleza hijos de ira" (Efesios 2:3). Solamente el poder vivificador del Espíritu Santo puede sacarnos de este estado de muerte espiritual. Es Dios quien nos vuelve a la vida mientras nos convierte en hechura suya (Efesios 2: 1-10).
RESUMEN
1. El humanismo considera que el pecado se encuentra en el borde o la periferia de la vida humana. Considera que los seres humanos son básicamente buenos.
2. El cristianismo bíblico enseña que el pecado cala hasta lo más profundo de nuestras vidas.
3. La depravación total no significa la depravación completa. No somos tan malos como podríamos ser.
4. La corrupción radical subraya la pecaminosidad que alcanza hasta lo más profundo de nuestros corazones.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Jeremías 17:9, Romanos 8:1-11, Efesios 2: 1-3, Efesios 4:17-19, 1 Juan 1:8-10.

10. LA CONCIENCIA HUMANA

Fue Jimmy Cricket quien dijo deja que tu conciencia sea siempre tu guía". Este es un buen consejo si nuestra conciencia ha sido instruida por la Palabra de Dios y dirigida por ella. Sin, embargo, si nuestra conciencia es ignorante de la Escritura e sido cauterizada o endurecida por repetidos pecados, la Teología  de Jimmy Cricket puede ser desastrosa.
La conciencia juega un papel importante en la vida cristiana. Resulta vital, sin embargo, que la comprendamos correctamente.
La conciencia ha sido descrita como una voz interior de Dios que nuestra mente utiliza para acusarnos o excusarnos de los pecados. Incluye dos elementos básicos:
(1) Una conciencia o realización interna del bien y del mal, y:
(2) Una habilidad mental para aplicar leyes, normas, y preceptos a situaciones concretas.
En Romanos 2:15, Pablo nos enseña que Dios ha escrito Sin ley sobre el corazón humano. La conciencia humana ha sido instruida por la revelación de la ley de Dios, que Él ha implantado en el corazón humano.
Las personas tienen una responsabilidad moral de que su conciencia les dicte. Es pecado actuar en contra de conciencia de uno. En la Dieta de Lutero declaró: "Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios porque hacer contra la conciencia no tranquiliza ni estaría bien" La respuesta de Lutero demuestra dos principios bíblicos importantes. En primer lugar, que la conciencia debe ser instruida o "hecha cautiva" por la Palabra de Dios. La conciencia puede ser mal enseñada o cauterizarse, o apagarse, por los pecados repetidos una vez tras otra. El pecado habitual o la aceptación de la sociedad del pecado nos pueden endurecer tanto que acallemos la voz de la conciencia y pequemos sin ningún remordimiento.
Por otro lado, si nuestra conciencia nos convence de que algo es ilegal o pecaminoso, aunque en realidad no sea pecaminoso, igualmente estaría mal que lo hiciésemos. Hacer lo que consideramos mal, aunque no sea en realidad mal, es pecar. Pablo nos enseña que cualquier cosa que no provenga de fe, es pecado (Romanos 14:23). En dicha instancia, actuar en contra de la conciencia no nos tranquilizaría ni estaría bien.
RESUMEN
1. La conciencia es una buena guía únicamente cuando ha sido instruida y dirigida por Dios.
2. La conciencia es una voz moral dentro nuestro que nos acusa o nos excusa de nuestras acciones.
3. Es un pecado actuar en contra de la conciencia.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Lucas 11:39-44, Romanos 2:12-16, Romanos 14:23, Tito 1:15

11. EL PECADO IMPERDONABLE.

Muchas personas temen y se preocupan porque en la Biblia hay un pecado que se describe como "imperdonable". Aunque el evangelio ofrece gratuitamente el perdón a todos los que se arrepienten de sus pecados, hay un límite colocado en el umbral de este crimen. El pecado imperdonable sobre el que advirtió Jesús se identifica con la blasfemia contra el Espíritu Santo. Jesús declaró que este pecado no puede ser perdonado ni en el presente ni en el futuro: Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero (Mateo 12:31-32).
Ha habido varios intentos por identificar este crimen específico que es imperdonable. Se lo ha asignado a crímenes tan horrendos como el homicidio o el adulterio. Sin embargo, si bien estos dos crímenes son pecados horribles contra Dios, la Escritura deja muy en claro que pueden ser perdonados si la persona que los cometió se arrepiente. David, por ejemplo, era culpable de ambos, pero fue restaurado a la gracia.
El pecado imperdonable con frecuencia suele ser identificado con la resistencia total y persistente a creer en Cristo. Como la muerte trae consigo el final de la oportunidad que una persona tiene para arrepentirse de su pecado y confiar en Cristo, la consecuencia de rehusarse a creer trae consigo el fin de la esperanza del perdón.
Si bien la resistencia total y persistente a creer tiene estas consecuencias no explica de manera adecuada la advertencia de Jesús relacionada con la blasfemia contra el Espíritu Santo. La blasfemia es algo que se hace con los labios o con la pluma. Involucra palabras.
Aunque cualquier forma de blasfemia es un ataque grave al carácter de Dios, se la suele considerar perdonable. Cuando Jesús  considerarla en el contexto de sus acusadores que estaban afirmando que Él estaba en liga con Satanás, Su advertencia es seria aterradora. No obstante, sobre la cruz, Jesús oró para que los que habían blasfemado contra fuesen perdonados por causa de su ignorancia. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
Pero, sin embargo, si las personas han sido iluminadas por el Espíritu Santo hasta el grado de saber que Jesús es verdaderamente el Cristo, y luego lo acusan de ser satánico, han cometido un pecado que no tiene perdón. Los cristianos librados a sus propios recursos son capaces de cometer el pecado imperdonable, pero confiamos en que Dios en su gracia protectora guardará a sus escogidos de cometer dicho pecado. Cuando los cristianos fieles temen haber cometido dicho pecado, esta señal posiblemente ya nos esté indicando que no lo cometieron. Quienes cometan dicho pecado tendrán su corazón tan endurecido y se habrán abandonado tanto a su pecado que no sentirán ningún remordimiento.
Incluso en una cultura pagana y secular como la nuestra, las personas son reacias a blasfemar abiertamente contra Dios y contra Cristo. Aunque el nombre de Cristo es arrastrado por el barro cuando se echan ternos y el evangelio es ridiculizado con chanzas y comentarios irreverentes, la gente evita relacionar a Jesús con Satanás.
Si bien el ocultismo y el satanismo proveen un contexto de peligro inminente para cometer el pecado imperdonable, aunque la blasfemia radical ocurriera ahí, todavía podría ser perdonada porque habría sido cometida en ignorancia por aquellos que todavía no fueron iluminados por el Espíritu Santo hace esta advertencia sobre el imperdonable pecado.
RESUMEN
1. La blasfemia contra el Espíritu Santo no debe ser equiparada al homicidio o el adulterio.
2. La blasfemia es un pecado contra Dios que involucra palabras.
3. La advertencia original de Cristo era en contra de atribuirle las obras de Dios el Espíritu Santo a Satanás.
4. Jesús oró pidiendo el perdón de los blasfemos que ignoraban su verdadera identidad.
5. Los cristianos nunca cometerán este pecado por la gracia protectora de Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Mateo 12:22-32, Lucas 23:34, 1 Juan 5: 16.

12. EL SINCRETISMO

El sincretismo es el proceso por el cual algunos aspectos de una religión son asimilados, o incorporados, a otra religión. Esto lleva a cambios fundamentales en ambas religiones.
En el Antiguo Testamento, Dios estaba profundamente preocupado con las presiones y las tentaciones hacia el sincretismo.
Cuando el pueblo de Dios entró en la Tierra Prometida fueron confrontados con religiones paganas. Los dioses cananeos, Baal y Asera, se convirtieron en objetos de la devoción israelita. Más adelante, el pueblo de Dios adoró a los dioses nacionales de Asiria y Babilonia. La ley de Dios le advertía a Israel con claridad que no debía abandonar a Jehová en pos de otros dioses, y que tampoco debía adorar a otros dioses además del verdadero Dios. Los profetas predijeron los juicios venideros que caerían si la gente modificaba su fe para acomodarla a las doctrinas y prácticas extranjeras.
El período del Nuevo Testamento fue típico de un extenso sincretismo. Con la expansión del Imperio Griego, sus dioses se mezclaron con los dioses nativos de las naciones conquistadas. El Imperio Romano también abrigó en su seno a todo tipo de culto y religiones de misterio. El cristianismo no pudo escapar a esto.
Los padres de la iglesia no solo propagaron el evangelio sino que lucharon por proteger su integridad. El maniqueísmo (una filosofía dualística que identificaba lo físico con el mal) se introdujo en algunas doctrinas. El docetismo (una enseñanza que negaba que Jesús hubiese tenido un cuerpo físico) ya constituía un problema mientras el Nuevo Testamento estaba en proceso de composición.
Muchas formas de neoplatonismo hacían un esfuerzo consciente por combinar elementos de la religión cristiana con la filosofía platónica y con el dualismo oriental. La historia de los credos cristianos es la historia del pueblo de Dios buscando separarse de las artimañas de las religiones y filosofías foráneas.
Este problema todavía existe hoy en día en la iglesia. Las filosofías no cristianas como el marxismo o el existencialismo buscan el poder del cristianismo mientras dejan de lado lo que es singularmente cristiano. El sincretismo continúa siendo una herramienta poderosa para separar a Dios de su pueblo.
Cada generación de cristianos tiene que enfrentarse con la tentación del sincretismo. Si nuestro deseo es "estar al día" o ser contemporáneo en nuestras prácticas y creencias, caeremos en la tentación de ser conformados por los modelos de este mundo.
Aceptaremos las prácticas y las ideas paganas e intentaremos "bautizarlas". Hasta cuando combatimos y nos enfrentamos con las religiones y filosofías extrañas corremos el riesgo de ser influenciados por ellas. Cualquier elemento extraño que se filtre en la fe y la práctica cristiana constituye un elemento que debilita la pureza de la fe.
RESUMEN
1. El sincretismo es la incorporación o la combinación de religiones o filosofías extrañas.
2. Uno de los problemas constantes de la religión israelita en el Antiguo Testamento fue la intromisión de las religiones paganas.
3. La iglesia del Nuevo Testamento luchó contra la influencia de la religión y la cultura griega y romana.
4. El cristianismo moderno está amenazado por los intentos de combinar el pensamiento cristiano con la religión pagana y la filosofía secular.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

1 Reyes 16:29-34, 1 Corintios 10:14-23, 2 Corintios 6:14-18, Gálatas 3:1-14, Colosenses 2:8, 1 Juan 5:19-21.